En la actualidad
parece claramente demostrado que mientras que el sedentarismo supone un factor
de riesgo para el desarrollo de numerosas enfermedades crónicas, entre las que
destacan las cardiovasculares por representar una de las principales causas de
muerte en el mundo occidental, el llevar una vida físicamente activa produce
numerosos beneficios, tanto físicos como psicológicos, para la salud.
¿Es sano hacer ejercicio?
Según estudios
realizados, parece que existe una relación entre la actividad física y la
esperanza de vida, de forma que las poblaciones más activas físicamente suelen
vivir más que las inactivas. Por otra parte, es una realidad que las personas
que realizan ejercicio físico de forma regular tienen la sensación subjetiva de
encontrarse mejor que antes de realizarlo, tanto desde el punto de vista físico
como mental, es decir tienen mejor calidad de vida. Parece evidente por lo
tanto que la práctica de ejercicio físico tiene algo de positivo para la salud.
El cuerpo humano ha
sido diseñado para moverse y requiere por tanto realizar ejercicio de forma
regular para mantenerse funcional y evitar enfermar.
Cuando el nivel de actividad física no
alcanza el mínimo necesario para mantener un estado saludable, se habla de
sedentarismo.
Durante nuestra
infancia y adolescencia la mayoría de nosotros mantiene un nivel de actividad
física más que suficiente a través del juego y de diferentes actividades
deportivas. Pero las oportunidades de realizar ejercicio físico se reducen a
medida que nos hacemos adultos. Además, a diferencia de generaciones
precedentes, cada vez son menos los que realizan, ya sea en el trabajo o en el
tiempo de ocio, actividades que impliquen algún tipo de trabajo físico. En
cualquiera de los países del mundo que llamamos desarrollado, los indicadores
de actividad física muestran cifras realmente desalentadoras. Según distintas
estadísticas el sedentarismo afecta de un 40 a un 60% de la población, y sólo 1 de cada 5
individuos alcanza el mínimo de actividad física recomendado para la salud.
Es evidente que la
vida sedentaria, muy acentuada en las sociedades modernas, es un factor de
riesgo para enfermedades neurodegenerativas, tan devastadoras en la sociedad
actual. El mensaje parece sencillo: las enfermedades neurodegenerativas pueden
agruparse, junto con las coronarias, dentro del conjunto de patologías en las
que la vida sedentaria es un factor de riesgo.
El cuerpo humano está diseñado para mantener una actividad física
constante, que para el hombre de hoy puede considerarse muy elevada: correr,
brincar, trepar, etc. durante muchas horas al día. La fisiología humana se ha
desarrollado, por tanto, para cubrir estas necesidades físicas; y más aún, la
requiere. Mientras que nuestros hábitos han cambiado en poco menos de 1 siglo,
nuestra fisiología sigue siendo la misma.
Aquí vemos un pequeño informe
de lo sano que es realizar ejercicio aeróbico, o en otras palabras, movimiento
corporal:
Por el contrario, mover el cuerpo mientras se realiza ejercicio requiere una activación cerebral generalizada, ya que no sólo se trata de mover de forma coordinada grupos musculares, sino también de aumentar el flujo sanguíneo, el consumo de glucosa, la respiración, el ritmo cardíaco, la capacidad del sistema sensorial y propioceptivo, etc. Todo esto está regulado por distintos centros nerviosos distribuidos en zonas muy dispares del cerebro. Por lo tanto, la diferencia estriba en que el ejercicio físico activa amplias zonas cerebrales, y no unas pocas concretas.
¿Cómo estimula el ejercicio físico al cerebro?
La comunidad científica ha prestado atención a la relación entre ejercicio físico
y función cerebral. El ejercicio produce una gran variedad de efectos sobre el
cerebro, que sólo ahora estamos empezando a conocer, y que no se pueden
explicar exclusivamente por un aporte mayor de nutrientes.
Cuando realizamos una actividad física, aparte de coordinar el movimiento
de los músculos implicados en el movimiento que se esté realizando, el cerebro
coordina todas las funciones corporales necesarias para que esos músculos
funcionen correctamente en una situación que básicamente demanda un mayor
consumo de energía.
Conclusiones
Realizar ejercicio físico moderado es beneficioso para
mantener el cerebro sano y prevenir enfermedades neurodegenerativas.
El ejercicio estimula al cerebro de dos formas
principales: 1) Mantiene un aporte adecuado de nutrientes interviniendo en la
homeostasis de la glucosa y del oxígeno y en los procesos de vascularización
cerebral, y 2) Optimiza la eficacia funcional de las neuronas interviniendo en
procesos de excitabilidad neuronal y de plasticidad sináptica.
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